Siempre supe que era una niña encerrada en el cuerpo de un varón, eso nadie me lo podrá discutir jamás, es algo que todos los niñ@s Trans saben desde que empiezan a razonar y tienen conciencia de ello, aunque no sepan explicarlo con palabras, lo expresan con su actitud.
Aquí os dejo un adelanto de las primeras páginas de mi autobiografía, empiezan con mi infancia.
Espero que os guste.
E d i t o r i a lE
EdítaloContigo
Quiero tener
un recuerdo muy especial para mi madre.
Sin su apoyo y
su coraje jamás hubiera conseguido ni realizar
el cambio ni
escribir este libro.
Ella me ha
dado la vida dos veces…
Primera edición: Junio, 2015
© Mar Toranzo, 2015
© Editorial Editalo.Contigo, 2015
www.editalocontigo.es info@editalocontigo.es
ISBN: 978-84-944057-7-8
© Fotografía de portada: Nieves Guerra
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ÍNDICE
PRÓLOGO....................
11
A TRAVÉS DE ESTAS PÁGINAS....................
15
LA TRANSEXUALIDAD....................
17
INFANCIA Y ADOLESCENCIA....................
21
EL DOLOR.................... 25
EL DESPERTAR DE LA
JUVENTUD.................... 43
MI PRIMERA CONFESIÓN.................... 57
EL INCIDENTE....................
59
HE TOMADO UNA DECISIÓN.................... 63
PRIMEROS PASOS PARA TRANSITAR....................
67
LA
EVALUACIÓN PSICOLÓGICA.................... 77
TEST
O PRUEBA DE VIDA REAL.................... 81
DURANTE LA EVOLUCIÓN PSICOLÓGICA. EL PELO...............
87
TRASPLANTE CAPILAR....................
89
LÁSER FACIAL Y CORPORAL....................
93
TERAPIA DE REMPLAZO HORMONAL....................
97
PRIMERAS CIRUGÍAS....................
109
LA METAMORFOSIS....................
117
SIN VUELTA ATRÁS....................
125
EL EQUILIBRIO....................
129
CAMBIO
DE NOMBRE.................... 135
LA VOZ....................
141
¿QUIÉN O QUÉ CREÉIS QUE SOY?
.................... 145
NOMBRE DEFINITIVO EN LA DOCUMENTACIÓN....................
157
LA GRAN DECEPCIÓN....................
163
TRANSEXUALIA....................
171
UNA LUZ EN EL CAMINO....................
177
OTRA DECEPCIÓN....................
183
EL DRAMA....................
191
LA MUERTE DE GUILLE....................
199
DESDE LA CONSEJERÍA DE SALUD....................
201
GOLPE DE GRACIA....................
205
DESESPERADA....................
211
CIRUGÍA DE
RECONSTRUCCIÓN GENITAL EN PERSONAS CON
DISFORIA DE
GÉNERO. LA MUJER TRANSEXUAL................... 223
LIBERACIÓN.................... 231
PRIMERA NOCHE....................
235
PRIMER DÍA....................
239
SEGUNDO DÍA....................
243
TERCER DÍA....................
245
EL PRINCIPIO DEL FIN....................
247
LAS DILATACIONES....................
257
EMPEZANDO A SALIR....................
263
PÉRDIDA DE LA VIRGINIDAD....................
267
EL PLAN....................
277
RIPPLING....................
281
A LA AVENTURA....................
285
TRABAJO DE
FIGURANTE DE SALA EN ITALIA.................... 299
DE REGRESO....................
307
PUNTO SIN RETORNO....................
311
EPÍLOGO....................
325
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES....................
335
A TRAVÉS DE ESTAS PÁGINAS
Esta es mi historia, contada en primera persona desde la propia experiencia personal; tal como yo la he vivido y tal como he podido sentirla. Aunque pueda resultar parecida, en algunos aspectos, a otras vivencias, nunca se vive dos veces la misma historia. Se pueden albergar rimas parecidas, pero jamás serían el mismo verso.
Con este testimonio, que es el
mío, intento facilitar información, aclarar malos entendidos, romper
estereotipos y así una larga lista de prejuicios e ignorancia. También quiero
ser agradecida con las personas encontradas en mi camino y que me ayudaron
moralmente; todas las que se involucraron personalmente conmigo. Pero sobre
todo pretendo que mi esfuerzo, sufrimiento y sacrificio valga de algo a otras
personas, a ser posible tanto como lo ha valido para mí misma. Porque ha sido
demasiado esfuerzo, demasiado sufrimiento y demasiado sacrificio para que ese
derroche de energía quede en el vacío o en el silencio y el tiempo de lucha en
el olvido. También quiero que esté en el tiempo del triunfo y a la altura de la
meta alcanzada.
Creo que es el
primer testimonio real contado por «una mujer transexual española». Este
testimonio abarca desde la infancia hasta el final de la transición y está
descrito con toda clase de detalles. Se puede considerar un documento
informativo sobre tratamientos y cirugías a la vez que una historia real, llena
de experiencias y anécdotas.
¡Ojalá mi historia
pueda concienciar a la gente y disminuya la in-tolerancia! Hay que desterrar la
discriminación familiar, social y laboral a la que nos vemos sometidas las
personas de mi colectivo. Por eso yo voy a dar la cara, la doy por todas las
personas transexuales. Y lo hago porque no tengo nada de qué avergonzarme y
porque tengo mucho que contar. ¡Ojala
consiga que otra persona transexual lo tenga un poquito más fácil de lo que lo
tuve yo! ¡Ojalá alguno de los que parecen no entender nada entiendan algo! Si
eso ocurriera, este sería mi legado; un legado tan costoso… creo que cargado
tanto de sensibilidad como de humanidad.
Soy una mujer en
cuerpo y en mente, pero no siempre fue así. He tenido que «currarme a sangre y
fuego» lo que la mayoría de las mujeres llevan «de serie». Si tenemos en cuenta
que he realizado esta transición completa en menos de cuatro años, considero
seriamente que ha sido una proeza haberme mantenido mentalmente equilibrada.
Transitar bajo el umbral de esta flor carnívora que es nuestra sociedad tiene
su desgaste emocional, psicológico y sentimental. Además puedo decir que lo he
llevado a cabo sin acceder a medios ilícitos o a través de la prostitución,
contando con muy escasos apoyos económicos, tanto propios como ajenos.
En esta narración
escribo muchos de mis pensamientos, expuestos tal y como los sentía. Ello es
posible gracias a que los plasmaba en las carpetas del colegio, del instituto,
en papeles sueltos… Aún conservo este tesoro testimonial en mi poder. Hoy, lo
puedo decir con conciencia de mí misma, soy parte de todo aquello que me encontré
en mi camino, parte del lugar al que ese camino me llevó al decidir recorrerlo
con valentía.
“Antes eras un bombón, ahora eres la bomba”
Cristina Jiménez Molina Secretaria de Transexualia en Madrid
LA TRANSEXUALIDAD
Hay más mujeres que hombres en
este mundo y a muchos niveles de realidad —los médicos hablan, por ejemplo, de
al menos dos casos de personas que desean transitar de hombre a mujer por cada
caso que lo hacen de mujer a hombre. Hay personas transexuales de todas las
edades, latitudes y clases sociales. Hay personas universitarias y también con
baja formación académica; prostitutas y personas que son abogadas, empresarias
o empleadas; las hay adolescentes y ancianas.
Como ejemplo clarificador, a la
hora de introducirnos en el sentir de una persona transexual, nos tendríamos
que imaginar que cada día, al mirarnos al espejo, nuestra cara, nuestro aspecto
o nuestros genitales son los del sexo contrario. Usted es un hombre o una mujer,
pero su cuerpo tiene los atributos de una mujer o los de un hombre. En casa y
en la calle todos nos tratan como lo que no somos y nuestra palabra no sirve,
porque salta a la vista lo que parecemos, eso que nos empeñamos en negar, la
evidencia social. Con ello con-viven veinticuatro horas al día cada día (valga
la redundancia), y durante muchos años, las personas transexuales.
Son menos, pero
más convencidas. O al menos tienen más facilidad para adaptarse a su nueva
identidad sexual tras pasar por el quirófano. La responsable del servicio de
Psiquiatría del Hospital Universitario La Paz, en Madrid, así lo asegura.
Indica que aunque no existen estudios que expliquen la razón de una mejor
adaptación de las mujeres a su nueva condición de hombres, tras la operación
de reasignación de sexo, la psiquiatra aventura que podría tratarse del
tipo de vida que unos y otras llevan tras la intervención quirúrgica. Mientras
las mujeres que pasan a ser hombres suelen llevar una vida discreta, una gran
parte de los hombres que se sienten mujer forman parte del mundo del
espectáculo o de la prostitución, generando ello mucho mayor estrés y ansiedad.
Pocos colectivos están tan dispersos, marginados y desprotegidos como el colectivo transexual. No hay apenas apoyo entre las propias chicas transexuales; no existe la unión ni la colaboración, ni de lejos, que existe entre los homosexuales. Y esto no será por la falta de nuestra diversidad sexual, ya que solo el 25% de las chicas transexuales nos consideramos heterosexuales, otro 50% se considera bisexual y el 25% restante son hombres que realizan una transición a mujer sintiéndose lesbianas (no puedo imaginarme lo difícil que tiene que ser para un hombre explicar en su entorno familiar, social o laboral que está cambiando de sexo a mujer porque se siente lesbiana). Además, es muy curioso que no conozca, ni siquiera de oídas, un solo caso de mujer que cambie de sexo a hombre porque se sienta un hombre homosexual.
Irene, la
psicóloga especialista de Transexualia, me explicó por qué no había la misma
unión en el colectivo transexual como en el de los homosexuales o las
lesbianas. Las personas transexuales son un colectivo de tránsito, individuos
cuya objetivo es cambiar al género al que pertenecen. Una vez conseguido este
propósito dejan de considerarse transexuales para fundirse con el resto de la
sociedad con su nueva identidad de género. No es como en el caso de los gais y
lesbianas, ellos sí forman colectivos solidarios de por vida, ya que siempre
pertenecerán al mismo grupo.
Si en esta
sociedad cambias de sexo y quedas muy bonita, las mujeres te van haciendo el traje
mientras los hombres se van dejando los ojos en ti. Pero si tu transición no es
buena y no das el pego, eres objeto de burlas e insultos por la gente en
cualquier lugar, en cualquier situación, en cualquier momento; como si fueras
un criminal o como si no tuvieras derechos ni sentimientos. Esto crea una
ansiedad y un estrés difícil de explicar. Sientes que tienes que estar continuamente alerta y a la
defensiva. Se sufre lo que se ha venido a denominar Síndrome de
Alerta-Vigilancia. Este síndrome es muy común en los cuerpos de seguridad, los
soldados destinados en conflictos armados… y en mujeres transexuales.
Las personas transexuales que logran un cambio de imagen aceptable no suelen contar que han pasado dicho proceso. Muy al contrario, ellas suelen intentar pasar desapercibidas y llevar esa vida «normal» que siempre desearon. La mayoría de las chicas transexuales que recorren los foros buscando información al inicio de su proceso de cambio, esas que acuden a toda clase de colectivos y asociaciones para conseguir poner de acuerdo su mente y su cuerpo son las mismas que desaparecen, sin dejar rastro, tras su último paso en la transición. Yo no las juzgo ni carecen de mi comprensión, pero pienso que hacen flaco favor al resto del colectivo. Esto hace que pueda parecer que solo existen aquellas transexuales que llaman la atención por exceso o por defecto. Y es muy importante hacer notar que ni todas somos prostitutas ni todas vamos montando el circo.
¡He cambiado tanto y tantas veces de dirección, de nombre y de aspecto en los últimos años que ya no estaba segura de sí era una espía, una terrorista, una agente secreto o una mujer transexual!
Las numerosas
anécdotas y sucesos que relato a lo largo de mis vivencias son solo una ínfima
parte de cuanto me ha acontecido en este dilatado proceso.
Lo que retenemos
en nuestra memoria es una mezcla de lo que hemos vivido realmente y de lo que
hemos sentido emocionalmente al vivirlo. Este recuerdo se va trastocando y
matizando con la distancia y con el tiempo. Es como cuando nos encontramos,
después de muchos años, con alguien con el que hemos interactuado en algún
momento de nuestra vida hasta ahora; tal vez no recordemos su nombre ni el
lugar donde le conocimos, pero recordaremos en-seguida, e inconscientemente,
las emociones que esta persona nos hizo sentir. A esto es a lo que se le llama
memoria emocional. Creo que algo parecido sucede con los recuerdos en general.
Yo intentaré ser lo más objetiva
posible con mi historia, aunque siempre dentro de la subjetividad irrenunciable
que implica mí memoria emocional, de la fidelidad que me debo a mí misma y a mi
experiencia.
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
Nacemos iguales, desnudos, sucios, con frío, mojados, asustados y hambrientos… Para la mayoría, este es el final de la equidad.
Mi infancia transcurrió en una
España posfranquista. Mi país natal estaba dominado por la intransigencia de la
moral eclesiástica, el machismo y la intolerancia, tanto la homofóbica como la
transfóbica. Fui la tercera de siete hermanos, tres varones y tres féminas.
Físicamente era muy parecido a mis hermanos, aunque psicológicamente me
identificaba con mis hermanas. Así era yo… afeminado, amanerado y muy tímido. A
mí me gustaba saltar a la comba, me ilusionaba jugar con muñecas y disfrutaba
estando en compañía de otras niñas. En mi imaginario secreto diría: otras ni-ñas…
como yo.
No recuerdo haber sido capaz de
pegar una patada a un balón de fútbol y conseguir que este fuese en la
dirección que pretendía. A menudo, en los recreos del colegio, me quedaba sola
ya que no me gustaba jugar al fútbol. Además de un disgusto, aquello suponía
una humillación para mí, los capitanes de equipo se ponían a elegir jugadores y
yo solo jugaba si éramos pares. Ni siquiera valía para árbitro, no entendí
nunca lo que era un fuera de juego. Es más, hasta hace bien poco pensaba que
travesaño era un famoso portero que las paraba todas.
Pronto, en las peleas domésticas
de casa, mis propios hermanos empezaron a adornarme con toda clase de
improperios referentes a mi falta de masculinidad: mariquita, maricón, marica
de playa, niñata, nenaza... Estos insultos enseguida fueron copiados por otros
niños del vecindario, del barrio, de la escuela, de las clases de catequesis,
de Judo... a veces la crueldad de los niños arde y quema como la pólvora.
Cuando eres un niño oyes aquello de que
tus problemas no son nada comparado con lo que te espera de mayor, que son
tonterías. Sin embargo yo jamás he dejado de sentir, a pesar de haber crecido,
aquel mismo escalofrío de impotencia, indefensión y miedo que experimenté en la
infancia.
Mis tres hermanos varones tenían
cada uno un talento innato que les hacía sobresalir muy por encima del resto de
los niños y también muy por encima de mí. En realidad yo solo sobresalía, a la
legua, por tener más pluma que un gallinero. Lo primero no me pesaba, lo
segundo mucho. Mi hermano mayor era un gran deportista en general y fantástico
futbolista en particular, además de un estudiante sobresaliente. El segundo de
mis hermanos era un niño con un gran talento para la escritura y la
improvisación. Al acabar la escuela primaria ganó el premio literario Rafael
Alberti, recibido de manos del mismísimo Enrique Tierno Galván. El más pequeño
de los chicos contaba con un sentido del ritmo fuera de lo común, bailaba break
dance como los mejores profesionales y siempre tuvo madera de líder entre sus
numerosos amigos.
Luego estaba yo,
que en lo único que tenía éxito era en no encontrarme el talento por parte
alguna. Intenté ser un atleta, como mi hermano mayor, pero a pesar de entrenar
todos los días durante años jamás conseguí quedar primera en los campeonatos de
Cross de mi categoría. Mientras tan-to, mi hermano mayor ganaba siempre la medalla de oro. In-tenté igualmente bailar como lo hacía mi hermano pequeño, pero a su lado yo era invisible. Las comparaciones eran… odiosas. También escribía a escondidas, pero nadie lo sabía porque solo lo hacía para mí. Plasmaba en papel lo que «no entendía», lo que «no hablaba» y lo que «sí sentía».
Así llegué a escribir mi primera poesía, y esto fue después de comprender dos cosas. La primera es que yo era una niña. La segunda cosa que aprendí era que el mundo jamás lo entendería. Me vi incapaz de confesar esa terrible realidad, una realidad que no tenía manera alguna de cambiar. Aquella primera poesía se titulaba el dolor.
EL DOLOR
Si el dolor pudiera palparse, y tú me acariciaras,
sentirías la aspereza de mi piel como si de esparto se tratara.
Si el dolor pudiera olerse, y tú me olieras,
sentirías el hedor que emana de mi piel,
pues este sufrimiento está marchitando mi ser.
Si el dolor tuviera gusto, y tú me besaras, mis besos helarían tu boca convirtiendo tu saliva en escarcha cristalizada.
Si el dolor pudiera oírse, y tú me escucharas,
ensordecerías al instante al oír el grito doloroso de mi alma.
Si el dolor pudiera verse, y tú me observaras, verías mi cuerpo desangrarse, pues todos mis poros sangran lágrimas.